Típica pastelería de pueblo en la que entras y no sabes qué pastel elegir. Los pasteles eran extraordinarios. Pastelería tradicional pero con un toque diferente y moderno. Atractivos a la vista y muy buenos de sabor. También compramos una tarta de Ferrero Rocher que estaba de muerte. Con relleno de mouse de chocolate y superjugosa.
¿Quieren algo más? Los precios son muy económicos.
Está en un sitio céntrico pero se puede aparcar en una calle paralela.
Clasificación de la experiencia: muy buena. Pasteles soberbios y tartas magníficas. Hay que probarlo todo.
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