Restaurante familiar con comida de verdad. Situado en el pueblo de Umbrete.
Dispone de un salón muy grande, ambiente extremadamente familiar y decoración sencilla y cofrade. No pidamos estrellas Michelín, venimos a comer bien.
Al sentarte en la mesa te plantan un bollo XXL. ¿Qué puede salir mal? El dueño te visita para ofrecerte los platos y que se te antoje todo. Es una persona simpática y se nota que le duele el negocio.
Cocina casera señores. Te puede gustar más o menos pero casera. Y te gustará. Probamos los primeros caracoles de la temporada. Buenos. Gambas al ajillo, no congeladas, bacalao con tomate, lagrimitas de pollo, albóndigas de presa ibérica… todo buenísimo. Es el típico sitio donde pides seis platos pero pedirías veinte. Estás deseando volver para probar otras cosas. Hay que probar los guisos. Sin falta.
El trato es bueno y cercano. Familiar en toda regla, porque creo que la mayoría del personal son familia entre ellos. Se aparca sin problema en la calles cercanas. El precio es bastante bueno. Se come muy bien por un precio ajustado.
Clasificación de la experiencia: muy buena. Me gustó mucho este sitio. Calidad, sabor y buen trato.
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